Los caminos para llegar a DIOS son estrechos, pero amplios en su llegada
Reciban todos los lectores de esta comunidad, la bendición de Dios. Este escrito nos orienta por el sendero del bien.
No quiero decir con esto, que tenemos que vivir sufriendo, con carencias extremas, con enfermedades, otros, para poder andar por el camino estrecho y al final alcanzar el paraíso. No y no, Dios nos quiere alegres, dispuestos a seguir el ejemplo de su hijo Jesús, quién caminó por valles, desiertos, montañas dando testimonio de su justicia, de su buena voluntad, rescatando ovejas de su rebaño y dando a conocer al mundo los verdaderos caminos para ser dignos de merecer su atención.
Hay quien piensa que para reivindicarnos en Cristo es necesario padecer, vivir la etapa más cruel de sufrimiento que sobrelleva Jesús en el tiempo de su muerte. Considero que a lo largo de la vida hasta llegar a la muerte, el ser humano pasa por etapas representativas al padecimiento de Jesús tales como el dolor, la pena, la tristeza, la decepción, la pérdida. Jesús también vivió momentos de placer, de alegría, de compañerismo, de amor, bienaventuranzas; también nosotros lo vivimos a diario. La diferencia consiste en saber tomar la dirección correcta, aunque sea estrecho el camino hay que sujetarnos a los principios y valores cristianos. En caso opuesto el camino es más ancho lleno de placeres mundanos, que nos conduce a la perdición.
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