Se presentó ante mí como Serendipia | Divagancias |

Tiempo sin divagar por estos lares, tiempo sin estar cerca de la magia, tiempo sin estar lejos de la oscuridad y todo por una misma razón. Se presentó como un momento de esos que podrían haber ocurrido antes pero parpadeabas mucho como para darte cuenta y te perdías de lo que la vida te gritaba, tan cerca, casi como un suspiro a todo sentimiento en el borde de la oreja. Se disfrazó de una ocurrencia del destino y sedujo al tiempo para que sus agujas apuntaran al mismo lugar para un primer y magnífico «hola».

Ahora no sé qué hacer, y no por no tener la certeza de lo que quiero, sino por que es más de lo que la realidad le regala al artista para crear, es más de lo que uno podría definir, con o sin metáforas, no alcanzarían las letras para llenar esa cantidad de musa perenne. No se va, se queda pegada en tu alma como ese chicle debajo del zapato, te acompaña, te busca, te necesita y hace que te ames más de lo que ya sueles hacerlo, pues te hace darte cuenta de que el ser humano es un verdadero milagro.

Equivocarnos, sufrir, llorar, todo cobra sentido cuando la felicidad vuelve a tocar la puerta. Cambiamos todo por tantas cosas materiales y la esencia está en lo que te pueda tocar más allá de la ropa, más allá de la piel, que se quede ahí, nadando en el mar de tu mirada, quedándose dormido mientras flota sin miedo a ahogarse.

Tal vez esté muy loco por atreverme a hacer esto pero muchas veces no soy yo el que escribe, es mi alma, es mi vida, es algo más allá de mí que expresa lo que muchas veces ni con música puedo.

Pero ahora, ¿qué nombre le pongo? Pues cuando ríe se llama «hermosa», cuando habla de los temas más serios con argumentos se llama «interesante», cuando sufre se llama «real», cuando siente se llama «increíble» y cuando escribe le llamo «arte». Son tantos nombres que podría tener, que simplemente no tiene ninguno... o tal vez sí... tal vez podría definirla con una palabra.

Como si algo de otro planeta se tratara, suele decir que las estrellas son nuestra guía, nos llevarán hacia el hogar más puro y tierno que podemos encontrar en la desidia y extraña causalidad de estar vivos: ser felices.

Y heme aquí, tratando de hallarle un sentido, por ahora solo le pondré un nombre para no olvidarla más nunca, sí, ya sé qué nombre ponerle, le llamaré...

Serendipia

¡Sigamos haciendo que la rueda gire!