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Ella, mi deseo

caminantePosted for Everyone to comment on, last year7 min read

“Amor, - prosiguió la abuela- en un futuro si quieres ser encontrado, tienes que facilitar el acceso a donde estás; hiciste todo lo contrario, tu escondite resultó no localizable”

Joan corrió un tanto triste y frustrado a donde estaba la abuela; que te pasa mi amor, -pregunto la señora-
Me abandonaron, contestó el pequeño;
¿Luego que pasó? -fue la pregunta siguiente-

Estábamos jugando al escondite con varios de los compañeros de la clase de verano; pero en especial hicimos amistad con Crish, una niña muy hermosa. Abuela, ella me encontraba y luego yo también la localizaba; cada vez ella buscaba lugares más difíciles; me costaba rastrear su escondite. Estábamos felices jugando, compartíamos los refrescos, los snack, en cada descanso de la semana de verano. En el último día, yo encontré un escondite único, nadie lo hubo visto antes. Allí estuve por largo tiempo, Crish nunca llegó a encontrarme.
Deseaba estar a solas con ella y decirle que me gustaba, que siguiéramos en contacto a través de nuestros teléfonos móviles. Pero, sucedió lo más triste que me ha pasado en toda mi vida; cuando llegué al campamento, yo era el último niño perdido, me buscaron hasta el cansancio. Subí al auto bus, y con la mirada la busque incansablemente, no estaba.
Ja, ja, ja, rieron algunos niños, sus padres vinieron por ella. La monitora del bus me dijo: tranquilo Joan, lo lamento, ella te preguntó, te buscó, y en un mar de lágrimas subió a la camioneta familiar.
La abuela luego de escuchar a Joan, para consolarlo le extendió un trozó de pergamino, diciendo: escribe lo que tenías pensado decirle, así tu corazón descansará. El pequeño Joan escribió: “Ella, mi deseo” y se detuvo. Amor, - prosiguió la abuela- en un futuro si quieres ser encontrado, tienes que facilitar el acceso a donde estás; hiciste todo lo contrario, tu escondite resultó no localizable. Abuela, -pregunto el pequeño- si escribo al universo, o, a nuestro Padre- Creador en este pergamino, que mi deseo es ella; ósea, encontrarla algún día, ¿recibiré ayuda? Si tus intenciones para con ella son nobles y puras, claro que el universo conspirará para que tu deseo se realice; lo mismo puede ocurrir si pides sabiduría o riquezas...

¿Cómo así, abuela?
Ven aquí, te contaré 2 historias sobre los deseos...
¿Quieres oírlas?
-Me agradan tus historias, abuela-

Escucha: Hubo en la antigüedad un hombre que recibió en sueños la visita de un mensajero enviado por el Creador; -le dijo el ángel- tu padre y tu madre han acordado que tú serás el próximo rey; estoy aquí para que pidas lo que más desees.
Luego de pensar, aquel muchacho pidió sabiduría. Eso tendrás sin límites, respondió el ángel, y desapareció.
Aquel joven cuando llegó el tiempo de ser rey, se convirtió en uno de los hombres más sabios que ha existido; escribió libros de principios morales y sociales, que hoy día siguen en vigencia; su nombre es Salomón, rey de Israel. Esa misma sabiduría que recibió, con el paso de los años también lo convirtió en un soberano extremadamente lleno de riquezas.
-Yo quiero ser como él, gritó Joan- Luego, que se calmó preguntó: ¿Cuál es la otra historia?
Escucha, está es más emocional; un escritor colombiano premio nobel de literatura escribió un libro: “El amor en los tiempos del cólera” en él relata la historia de dos jóvenes que se enamoran cuando se encuentran y se miran fijamente. Ella era una niña muy bella, perteneciente a la alta sociedad en aquella región; él, un joven estudiante de clase media-trabajadora. A escondidas se entregaban cartas de amor, hasta que un día fueron descubiertos por los padres de ella. De inmediato la alejaron del joven enamorado. Se la llevaron a Europa para que se olvidara de él. Allí con los años la casaron. Pero él nunca la olvidó, la espero, no se casó, ni se comprometió con ninguna otra mujer; ella era su deseo; tal y como escribiste en el pergamino.

Pero, en que termino ese idilio, -abuela-
Pasaron más de 40 años, ella enviudó y regreso al pueblo, donde la familia tenía tierras y ganado; sin embargo, su deseo de vida fue volver a ver a aquel joven que le robo lágrimas sin fin...

Él se convirtió en un personaje influyente en aquella región, quienes lo conocían, sabían de su eterna espera por su niña de antaño. Una vez llegar, ella se registró en una de las posadas del pueblo; corrió la voz a donde él estaba. A las pocas horas, un ramo de flores llegó a la habitación de la hermosa y agraciada dama; con una expresiva leyenda:
“Los cielos escucharon mi clamor de volverte a ver, por favor acepta compartir un café conmigo una tarde de estas; estaré en el malecón central en un salón de onces llamado -Una Eternidad- luego de las 16 horas esperaré por ti” Esa misma tarde, un tierno beso los reunió; ella dijo: regresé para vivir mis últimos años a tu lado; claro, si no estás casado. Él lloró en su pecho por largo rato, cuando logró articular la voz, dijo: “tú eres mi deseo, no hubo otro” Joan guardó largo silencio, la abuela lo acompañó. Volvió a preguntar: ¿Siempre se cumplen los deseos, abuela? Sí, hay una tercera historia, ¿la quieres oír? Por favor, -contestó Joan-

Luego de 50 años un preso condenado a cadena perpetua, se ganó la libertad; él nunca deseo conocer la vida fuera de los muros de la prisión.
El suplicó que lo dejarán quedar, este es mi hogar -decía-
No podemos, expresaban los directores y guardianes, debes salir, se le ayudará a vivir afuera.

El anciano salió de su hogar de 50 años, paso varias semanas luchando por adaptarse a una ciudad que nunca conoció. Una noche en donde empacaba mercados para ganarse la vida, se encontró con un poema que decía en uno de sus versos: “Siempre debes tener un deseo; desearás la vida o desearas la muerte”
Aquel anciano deseo la muerte; lo encontraron muerto en su humilde habitación; esa noche se ahorcó.

¿Te gustaron las historias, cariño? -preguntó la abuela-
Te contestaré con un resumen en el pergamino.

-De acuerdo, dijo la abuela- y se alejó.
Joan volvió a la escritura:

“Ella mi deseo”
“Crish, te voy a encontrar con la ayuda de la noche y sus estrellas;
Cómo aquel sabio que deseo sabiduría y riquezas; sólo un pensamiento te aseguro:
no desearé la muerte como ese anciano puesto en libertad.
Iré cada verano al campamento donde nos conocimos;
Si me hago mayor buscándote, me haré voluntario para no fallar en mi búsqueda...
Ruego a los cielos que tú deseo, sea parecido al mío”

...Cuando llegaron las redes sociales, en una de ellas hubo un repetido aviso que decía:
Soy Crish, en un verano busque a Joan y no halle su escondite; si saben de él, este es mi número privado, estaré esperando una llamada.
Pasaron 12 años, la abuela de Joan partió a los cielos; él, tomando de la mano a su amada expresó frente a un mausoleo:
“Abuela querida, te presentó a Crish, ya me encontró”

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