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Salir con vida

caminantePosted for Everyone to comment on, last year8 min read

“Un instante es lo máximo que se puede esperar de la perfección” ¹

Marco y Polo, dos personajes de pocos amigos en el pasado, se reencuentran en un café-bar después de 25 años; se conocieron integrando grupos de actividades escolares señaladas por los profesores.

Sus ojos entraron en contacto, de inmediato se saludaron; fue algo extraño para ambos, pues de jóvenes discutieron bastante con temas de comprensión de lectura y manera de observar la vida, nunca hicieron acuerdo alguno, menos una amistad. ₂ Marco está de administrador de ese bar parisino, donde la bohemia, el café, el vino, la música instrumental, las letras y hablar con algún extraño está a la orden del día. Polo escribe para una columna de periódico y está de paso por Paris debido a un congreso de empresa

¿Hola cómo está, que ha sido de su vida? -preguntó Polo-
Oh, me enamore de una francesa muy hermosa e hice con ella mi tercer matrimonio; y como estudie administración de negocios, aquí estoy ganándome la vida y buscando mi alma gemela.
¿Cómo así, no ha sido feliz con las otras 3? -se extrañó Polo-
Terminó mi turno en una hora -acotó Marco- espera, tomamos café y le cuento detalles, pida lo que desees, el camarero lo cargara a mi cuenta.
-De acuerdo, quizás tus matrimonios sirvan para una de mis columnas editoriales-


Polo se relajó y entró en una paz poco usual para él, observó una dama que disfrutaba de su bebida mientras ojeaba el periódico local, ella bebía un pequeño sorbo de vino tinto y lo mantenía varios segundos en su paladar, luego lo dejaba deslizar por su garganta lentamente, tomaba un bolígrafo y anotaba alguna nueva idea. Por otro extremo observó a un dibujante que bebía tea de frutas, miraba a su alrededor, escuchaba un sinfín de voces discordantes por la mezcla multicultural y luego trazaba una línea en su folio; el dibujante se inspiraba con aquello. Polo en su agitada carrera de periodista mantenía bajo presión; el periódico, otras veces la revista, necesitaba sus encargos rápido. En esa breve hora analizó porque no había ganado ningún premio de reconocimiento por algún artículo.
¡Claro, -dedujo- las ideas llegan en la serenidad y desapego de la mente! Bebió otro sorbo de su capuchino con amaretto, cuando observó que se acercaba su viejo rival de juventud. En las servilletas de aquel café-bar, aparecían frases de reconocidos bohemios, por fin se concentró en la suya que era de la autoría del editor y escritor Elbert Hubbard: “No te tomes la vida demasiado en serio, no saldrás de ella con vida”

Cómo la has pasado Polo, - interrumpió Marco-
He estado a gusto, gracias por la invitación y le pasó la servilleta con la frase;
¿qué opinión le das a ese pensamiento?

Marco se sentó, pensó brevemente. Sabes que cuando me case la primera vez le prometí con toda seriedad a Maura que siempre estaría a su lado. Pero, al tercer año, cuando nuestra hija tenía dos, Maura pidió el divorcio, yo había aceptado un trabajo en el exterior; ella no logró esperar, a los 11 meses de mi ausencia de casa decidió divorciarse, al 10 mes dejó de escribir la carta semanal, le pregunté y dijo que se cansó de esperar, que conoció a alguien y no me esperaba más…

¡Qué tonto fuiste! -argumento Polo- debiste a ver visto esa imperfección de impaciencia en ella antes de casarte.
Sí que la lloré, no salí con vida, como dice tu frase.

Creería que la segunda esposa, requirió de más análisis, lo más perfecta posible, -intervino Polo- Oh, lamento defraudarte amigo; con Luisa nos conocimos en una fiesta de empresa, la atracción fue fatal; esa madrugada nos escapamos para un hotel de la costa tres días; es hija única, 15 años menor que yo. Cuándo partimos a la aventura y luego que despertamos de la locura, me hizo prometer que la llevaría a su casa, pediría perdón por raptarla y que me casaría de inmediato con ella; debo decirte que fueron una rica delicia esas tres noches con ese manjar tierno.
Creería que pediste un tiempo para analizarla mejor antes de cumplir la promesa -añadió Polo- Nada de eso, su padre resultó ser militar; luego que pedí disculpas a él y a la mamá, me abrazó y lentamente me saco para el jardín, cuando estuvimos solos me dijo mirándome fijamente a los ojos: Luisa me dice que tú eres su único hombre y que de inmediato se casaran; si llegarás a desistir, eres hombre muerto. En 2 semanas la vuelves a ver en el altar de la catedral principal del pueblo.

Ah, ¿pensaste en huir?

No, -dijo Marco- Luisa es educada y bien apasionada; yo pensé en gozar su juventud lo mejor que pudiera. Aquel bello romance duró menos de dos años, un día dijo que se iba con sus padres a la casa de campo, a su regreso decidió viajar a Londres a terminar sus estudios, el niño lo cuidarán mis padres, -decidió- Argumenté que no estaba de acuerdo, quería ver crecer al niño; si no estás de acuerdo iniciaré trámites de divorcio. Y, así a los días estábamos firmando el capricho de la niña Luisa.

Lo lamento una vez más Marco; por eso es que aún sigo sólo, porque casi todas ellas son imperfectas.

-Intervino Marco-
¿Sigues obsesionado con la perfección de las personas y la vida?
Esa obsesión, -como dices- me ha valido una reputación en el mundo de las noticias y el entretenimiento. Sin embargo, debo confesarte que no he logrado hallar la mujer perfecta para mí, -perdona- ¡no soy tan tonto como tú!
¿Pero si has tenido amores con mujeres, ¿verdad?
Contados con los dedos de las manos. Nos enamoramos con Katty, ella es el prototipo de mujer elegante, bien hablada; su conversación es fluida, pero como buena embajadora de Aries, es obsesiva y toxica; no logré cambiar sus manías para considerar casarme con ella; meses perdidos…

Otro amor como usted dice fue Maira, es bella de cuerpo, sus ojos son hechiceros; rápido compartimos sabanas, una delicia como señalaste hace poco; pero no gusta de leer, de educarse, es analfabeta en el campo literario, pronto nos alejamos, ella no soportaba verme investigar y escribir mis columnas; quería que la acompañará a ver películas y luego a la cama: ¿a qué hora escribía, hacía mi trabajo?
Oh, que complicado encontrar la mujer virtuosa y perfecta -susurro Marco- Pero si la encontré -musito el perfeccionista- favor, pidamos otro amaretto, esta vez yo pago -declaró Polo- ¡Cuéntame cómo es tu mujer perfecta!

Maritza una mujer andaluza perfecta, bella de piel canela, educada, poliglota, buenas formas para tratarme, una joya invaluable como ser humano.
¿Y porque no se casaron?

Mira Marco, ella escribe poesía y se interesó en una de mis artículos de la revista. Rápido acepto que nos encontráramos, nos conocimos, pasamos horas dialogando de la vida y sus misterios, una botella de coñac fue nuestra testigo; cuando le pedí que fuéramos pareja con petición de matrimonio, me dijo a quema ropa que yo no era el prototipo de varón para ella.

¡Ah, ella buscaba el hombre perfecto! -dijo Marco curiosamente-
-Desilusionado, eso mismo concluí al llegar a mi departamento.

Disculpa, debo irme, me esperan en un programa de radio. ¿Vas a trabajar mañana a la misma hora?
Sí, ven y terminamos los relatos imperfectos de nuestras mujeres, de nuestras vidas.
Se abrazaron, pues los años y la vida les habían quitado la soberbia egocéntrica.

…En aquella mesa quedó abandonada sin comentarios, otra servilleta que rezaba: “El camino de la perfección se alcanza a través de una serie de disgustos” -Walter Peter- Esa noche en su cuarto de hotel, Polo declaró: dejaré de buscar la mujer perfecta, prefiero un matrimonio de un año o dos, como le ha tocado a Marco; después de todo ha gozado de lo bello que es enamorarse. Mientras que Marco escribió en su libreta de memorias: Buscaré una mujer perfecta, quizás sufra menos, como escuché decir a Polo.

*Notas:
-1- frase del satírico novelista Chuck Palahniuk
-2-

Se cuenta en la tradición de estudios hebreos, que han existido compañeros de aprendizaje que eran opuestas sus opiniones sobre algunos temas; sin embargo, siempre se buscaban e intercambiaban razonamientos y temas álgidos sin acuerdo alguno; al final del acaloramiento, de la discusión y del manoteo, se abrazaban o estrechaban sus manos con un guiño de cabeza. Uno de ellos, sabio y popular; perdió a su compañero de estudio y duró muchos meses triste y cabizbajo; estudiar ya no tiene pasión para mí -decía-

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