Caribay, el genio de los bosques aromáticos - Leyenda venezolana
De nombre Caribay, esta hermosa princesa era hija del ardiente Zuhé (el sol) y la pálida Chía (la luna).
Se dice que esta hermosa joven imitaba el canto de los pájaros y jugaba con las flores y los árboles en el bosque. Fue la primera mujer de la Tribu Mirripuyes, en Los Andes venezolanos.
Cuenta la leyenda, que un día esta joven vio volar por el firmamento, cinco hermosas águilas blancas que venían cruzando el cielo estrellado y quedó prendada de amor por sus hermosos y brillantes plumajes y comenzó a seguirlas en su vuelo. Cruzó a través de valles y montañas, día y noche, sin descanso, guiándose por las sombras que las hermosas águilas iban dibujando en el suelo, durante su vuelo.
Llegó al fin, presa del cansancio a la cumbre más alta y solitaria de las montañas andinas, lugar de muy difícil y peligroso acceso donde pudo ver cómo las águilas se perdían en el infinito.
Muy triste, la joven Caribay invocó llorando a su padre, el ardiente Zhué, pero el viento se llevó su voz, pues ya su padre se hundía en el ocaso. Aterida de frío, invocó a su madre Chía, la pálida luna. En ese instante el viento se detuvo e hizo un profundo silencio.
De pronto las estrellas comenzaron a brillar y un pequeño resplandor iluminó el oscuro cielo; fue cuando pudo ver de nuevo a las hermosas águilas blancas. La joven comenzó a cantar con dulzura y cada una de las águilas se posó sobre un pico, de forma majestuosa e imponente, clavando sus garras en la roca quedaron inmóviles, silenciosas, con sus alas extendidas, en actitud de remontarse al vuelo.
Fue entonces que la joven corrió hacia ellas para arrancarles su plumas, pues quería adornarse con ese raro y maravilloso plumaje, pero quedó aterrorizada cuando un frío glacial entumeció sus manos; las águilas estaban congeladas.
La princesa huyó aterrorizada y al poco tiempo, la luna se oscureció, haciendo despertar furiosas a las águilas, quienes sacudieron sus imponentes alas con furia y la montaña quedó engalanada con el plumaje blanco.
Este es el origen legendario de las majestuosas Sierras Nevadas de Mérida. Las cinco águilas blancas representan los cinco elevados picos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas son el furioso despertar de las águilas, y el silbido del viento es el canto triste y dulce de Caribay.
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