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El coleccionista de murmullos - I parte: El acecho

rocoduranPosted for Everyone to comment on, 5 years ago8 min read

Aunque no soy de "celebrar" el Halloween, quise traer del baúl de mis recuerdos este texto de terror para mostrarlo a quienes no lo leyeron y para que otros lo puedan recordar. Aquí se los dejo.

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El coleccionista de murmullos

(I Parte: el acecho)

*«Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo.»* **Pedro Páramo - Juan Rulfo**

       Su vida había sido un largo murmullo. La dura y fría estatua de mármol del carácter de Jean Paul Getty había sido esculpida bajo la aguzada punta de un cincel de escalofríos. Desde que estuvo consciente de la facultad de su memoria, recuerda que lo acompañaban los murmullos. Incesantes y gélidos susurros que durante el día menguaban, pero que en la noche arremetían y lo acechaban con golpes de aliento provenientes de las fauces de una extraña criatura. Eran un eterno e incomprensible rezo cerca de sus oídos; cada vez que los oía, por su espalda subía una serpiente voltaica que terminaba erizándole los vellos de la nuca.

       Sin saber qué responder a la madre, los psicólogos y neurólogos abandonaban el caso con la extraña sensación de que era algo inexplicable, una cosa para lo que la avanzada ciencia era aún prematura.





       El padre de Jean Paul, el señor Getty, siempre se mantuvo al margen de la situación, y aunque no profesaba tanto amor, se le notaba discretamente vigilante a todos estos procesos. Él amaba a su hijo, pero mayor al amor era el miedo que le tenía, pues, en sus cavilaciones supersticiosas, estaba seguro de que algo no andaba bien con el infante.

-Martha, ya deja al niño como está. No le des tanta importancia a delirios infantiles. -

       Le dijo una vez en el carro mientras regresaban de una larga sesión con la psiquiatra, y tratando de disimular su inclemente resignación de que Jean Paul se encontraba bien de salud, no era un problema de este plano.

Dirigiéndose al niño:

-Y tú, Jean, debes aprender a lidiar y vivir con tus demonios y tus sombras.-

    ¿Demonios?¿sombras? Reveladoras fueron aquellas palabras para el niño quien pronto aprendió a sobrellevar los ataques de murmullos con una conciencia más clara de lo que le ocurría, aunque pasó a un mutismo en lo que se refería al tema. Sus tormentos entraron a formar parte de su mundo interior y con ello aprendió, también, el arte de la coraza que se presenta para los demás.




       Eran los Getty una familia de clase media, aunque de funcionamiento extraño. Tenía Jean Paul, una hermana menor, Isabella, con quien compartía un verdadero lazo, de esos casi indestructible, sólido. Jean, atormentado en silencio, no reveló más sus acechos, ni siquiera a su hermana. Esto le costó la formación de una dura personalidad, a veces tan o más fría que la de su padre.

       Una cosa buena y que determinaría el carácter de Jean sería su afición por el arte, especialmente por la pintura, sobretodo sentía predilección por aquellas obras oscuras, de esas que tras la contemplación parecieran insondables y que inexorablemente te arrastran dentro de ella a formar parte de ese mundo, aparentemente, en dos dimensiones.



       Los murmullos que Jean Paul escuchaba no habían pasado las lindes de la barrera sónica, eran la única manifestación, solo los escuchaba… hasta ahora. El día en que cumplía sus dieciséis años, despertó con la extraña sensación de que algo no andaba bien.

       De pronto, con una amarga centella se iluminó su memoria, recordó haber tenido una pesadilla: en el umbral de la puerta se vislumbraba difusa la forma humanoide y exagerada de un algo; intentó iluminar con el flash de su celular y sin explicación este se apagó, toda luz desapareció. Luego, oscuridad total, pesados pasos cerca de la cama, hundimientos en el colchón similares a pisadas... no eran pies.

       Jean intentó encender la lámpara de la mesita junto a su cama, pero quedó en intento, la luz no vendría. Un jalón hacia abajo por ambos tobillos le hicieron sentir que el apogeo de sus fuerzas, próximas a los dieciséis, no servirían de nada. La tercera atadura fue directo a su cuello, insuficiente para estrangularlo y suficiente para que solo salieran susurros de su boca. Intentó, a duras penas, liberarse de aquello que le hacía presión mas se encontraba con la nada oscura. -¿Qué ocurría? ¿Cómo era posible esto? - pensaba.

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       La cuarta y quinta atadura fueron justo en su muñecas, era como si dos pesados grilletes traspasaban la cama y hundían sus manos en el colchón. Desde ese momento todo fue más drástico, los sentidos se afinaron.

       Como un millar de hormigas, subía el frío desde los pies del muchacho, se arremolinaba en su vientre, causaban dolor y luego se disparaba hasta su pecho; presión, gravedad de otro mundo.

       En su boca, lo húmedo desaparecía y el sabor ferroso le inundaba la lengua. Incipiente olor de azufre invadía sus fosas nasales. La vista, a excepción de otros sentidos, permaneció nublada, y bajo el manto oscuro de la habitación, solo con la imaginación, intentaba darle una forma a aquello que lo mantenía preso.



       El tiempo de la habitación y el cuerpo de Jean eran, ahora, una masa pétrea, paralizada y pesada. Inmóvil pero con sus sentido al máximo, el chico entraba en la más profunda desesperación, no era dueño de sus dieciséis años.

Con esto, empezó a escuchar todo; la gota de la ducha, el rechinar de una cama al otro lado de la casa, la nocturna lagartija arrastrándose debajo de un cuadro colgado en la pared. Vinieron los mensajes más claros, su oído empezaba a aguzarse y a comprender por primera vez algo de los malditos murmullos.

-shshshshshshwwwsigwislzzwish -

       Como un dial sintonizando una emisora. Primero difuso, confuso, luego más claro, y por último un silencio que no era silencio: escuchó y sintió, Jean, cómo una húmeda, rugosa y gélida lengua contactaba la piel de su rostro.

       Escuchó todo el roce de aquella cosa recorrer desde su barbilla, maxilar, piel de mejillas, vellos faciales, hasta llegar al lóbulo de su oreja. Una lenta respiración. SILENCIO TOTAL.

       Alcanzó a escuchar aquella voz que no pertenecía a algo que antes haya escuchado, una voz de varias voces, clara como una gota de rocío sobre la hoja, terrible como la sensación de estar sin esperanzas:

-Pronto volveré por ti, Jean.

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       Se le apagó la luz, tembló. Inconsciencia reinante, un febril sobresalto. Todas las ataduras desaparecieron, el colchón regresó a su forma plana, ya no escucha la gota en el baño ni el rechinar de otra cama, no huele a nada, la temperatura corporal vuelve a la normalidad y la saliva regresa a la boca, todo como justo antes. Jean Paul Getty yacía fuera de su conciencia, en una cama sin bestiales huellas. Los animales de la noche seguían afuera en sus faenas nocturnas y la lagartija guarecida bajo un cuadro colgado en la pared.

(Esta historia continuará)


Separador murciélago.png


Jean Paul despertó y creyó haber tenido una pesadilla, pero no fue así; lo que vivió fue cierto ¿Qué pasará con este muchacho? ¿Cómo cambiará su vida? ¿Volverá a atacarlo? ¿Cumplirá su amenaza este demonio? Todas estas preguntas hallarán respuesta en la segunda parte de
El coleccionista de murmullos.



Algunas consideraciones sobre esta publicación:

  • El nombre del protagonista de esta historia fue tomado de una persona real, Jean Paul Getty. La única relación que se establece con esta historia de ficción es que el personaje es un coleccionista de obras de arte como lo fue la mencionada persona.

  • Todas la imágenes utilizadas en esta publicación fueron editadas con los siguientes programas: PIXLR EDITOR, PAINT, MICROSOFT OFFICE PICTURE MANAGER.

  • Este es el listado de fuentes de las imágenes que edité y utilicé para el decorado de esta publicación:

Marcos de madera laterales con manos, Árboles tétricos laterales, Ojos felinos, Sonrisa macabra

  • El resto de las imágenes tienen en su parte inferior la dirección de enlace de origen.


      Mi nombre es Roberto Carlos Durán, soy profesor de Lingüística y Literatura, y de español como segunda lengua.
      Me gusta escribir sobre las cosas que observo y siento. Apasionado de la narración y de la poesía.
      Mi intención es compartir contenido original y devolver a la comunidad lo mucho que he recibido. Es por ello que soy un miembro activo que busca ofrecer ayuda a quien la necesita, sobretodo en los aspectos que involucran a mi área.
      Todos son bienvenidos a este blog y espero que lo disfruten tanto como yo lo hago creando.


cintillo roco sin fondo.png



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