Poema # 65 - Acciones criminales
Poema # 65 - Acciones criminales
Los presentes no entienden que hacemos tú y yo. Y el agua desatada inundó a la manzana entera.
Nosotros; sobre las nubes y bien revueltos en la tormenta. Acá los días son un eco quebrando los silencios, sin conocernos todo.
Que se partan las copas, que nos regaremos en el suelo hasta herir los cocteles insípidos de los envidiosos. Ya estás en mi ritmo y ya entré en tu encanto. Comencemos con todo: simple y salado, los dos dando vueltas en el aire.
Nosotros; sobre las nubes y bien revueltos en la tormenta. Acá los días son un eco quebrando los silencios, sin conocernos todo.
Que se partan las copas, que nos regaremos en el suelo hasta herir los cocteles insípidos de los envidiosos. Ya estás en mi ritmo y ya entré en tu encanto. Comencemos con todo: simple y salado, los dos dando vueltas en el aire.
Tu música me convence, así te describo: Distinta; con toque fuerte y agrio; pero dentro de mi gusto.
Desenfreno de ganas; tan deprisa en hora pico y debemos ir más allá, en contra del cansancio que emerge por culpa de nuestros intereses.
Es bueno protagonizar esta; para que de una vez por todas nos permitan querer, hasta que se detengan todos los planetas; nos permitan querer hasta que los malos se retracten de sus errores y nosotros aceptemos, la pertinencia también de los propios.
Lo que pienso es tan igual, a la manera como te acuestas de lado y me das tu espalda hasta quedarme tonto; al ver amanecer la felicidad de la luz madrugadora en tu torso; sin prenda, enredado sobre tu cabello. No puedo creer que esto sea verdad, que sea cierta tu estancia; hasta quedar muerto en tus acciones criminales.
Desenfreno de ganas; tan deprisa en hora pico y debemos ir más allá, en contra del cansancio que emerge por culpa de nuestros intereses.
Es bueno protagonizar esta; para que de una vez por todas nos permitan querer, hasta que se detengan todos los planetas; nos permitan querer hasta que los malos se retracten de sus errores y nosotros aceptemos, la pertinencia también de los propios.
Lo que pienso es tan igual, a la manera como te acuestas de lado y me das tu espalda hasta quedarme tonto; al ver amanecer la felicidad de la luz madrugadora en tu torso; sin prenda, enredado sobre tu cabello. No puedo creer que esto sea verdad, que sea cierta tu estancia; hasta quedar muerto en tus acciones criminales.
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