Micarache - Barinas.

Las travesías son rutas en las que vives experiencias hermosas, el hecho de salir de un lugar y llegar a otro, les da un toque mágico a las excursiones. Hay una espectacular caminata, que te recibe con amabilidad en Micarache, un apartado lugar de los Andes Merideños y termina en Curbatí una fértil tierra en el Estado Barinas. Son cuatro días de caminata entre el páramo, selva nublada y tierras llanas. Es un espectáculo observar y sentir el cambio geográfico, es como una seductora caricia, que logra cambiar la temperatura de tu piel.
Comienzas en un clima muy frio, los arroyos de agua helada pasan sumisos, entre montañas y frailejones, luego entras en vegetación selvática todavía en el estado Mérida, el angosto camino está adornado de verdes muy brillantes y arboles altos, frondosos, llenos de vida, todo es quieto, todo te observa, el silencio es como una gran reverencia a la naturaleza. Cuando llegas al límite donde comienza el Estado Barinas, la vegetación es la misma pero llena de colores, sonidos de animales y grandes caídas de agua.
Durante la travesía hay ocho puentes colgantes de madera, ocho amorosos, gigantes brazos que te cruzan de una orilla a otra.
En el trayecto te encuentras gente maravillosa, que han hecho sus vidas campo adentro, en pequeñas aldeas, ganado y caballos salvajes que te observan con admiración y picardía, paisajes de ensueño, siembras y cálidas aguas termales.
Las noches en las carpas con los amigos, las risas, tomar una rica y reconfortante sopa, la curiosidad del siguiente día, las mochilas, observar el sol asomarse tras montañas, el café, todo eso no tiene precio.

Micarache – Curbatí me dejo explorar sus caminos, sentir su brisa, observar sus horizontes, me enamoro de tal manera que aún suspiro con sus recuerdos.

Una ruta encantadora. Ocho amigos, algunos no están. Las indicaciones de Ramiro. Las noches estrelladas. El cariño de Pir, mi amor de montaña, que fue. Una niña montañista y sus barbies escaladoras. Los ríos, los aromas y la brisa. El terrible café de Alexander. Los amaneceres. Los atardeceres. El sabor a quiero más….

Siempre es un placer relatarles mis caminos.