Disparaste con tus manos desnudas,
el aire tembló cuando tu palma eyectaba sus huellas dactilares y con el vaivén de un burdo gesto me rematabas con la cruel señal del adiós, sí, aquella herramienta constructora que fueron tus manos, la volviste un arma para la despedida.

No fue la salva de un "Hasta Luego", el proyectil fue letal para la esperanza y también se llevó las comunes rutinas.

Quizás suene exagerado describir así una despedida, es loco, lo sé, pero yo expongo las evidencias de que, a veces, no nos damos cuenta que suena un disparo hiriente cuando decimos adiós.

Te fuiste sin mí, no hay vuelta atrás cuando el miedo está adelante, partes de mi vida con rumbo, y debes marcharte, lo sé, te entiendo, no lo acepto, pero nada puedo -debo, quiero, pretendo- hacer con esta decisión escrita por el destino.

Debo irme, antes que tú,
después de tu llanto...
camino el camino turbio,
a partir de ahora
no sé cuándo vuelvas
y yo regrese.

Piensa en ambos y yo en ti...
sueño, deseo callarme este adiós,
pregunta por allá si Dios sabe
que me fui, huí de ti y de todos,
cuando mis huellas se desvanecían
para dejarte mi marca,
sello en el aire, mis dedos tocan oxígeno,
rasgan tus suspiros,
simple movimiento,
gran éxodo, porque voy al auguro
de otra soledad que te verá al rostro
cuando el insomnio retumbe en tu cama
con el gran vacío que te llenará
con mi nombre.

Es loco, lo sé, nadie entiende que cuando alguien se va, las viejas rutinas se vuelven felicidad en los recuerdos y pesa mucho más aquel tiempo que ya no está contigo. Siempre exagero cuando trato de explicarle a los demás cómo disparan los dedos cuando alguien tiene que decir adiós.

Lejos de tu respirar,
no se siente igual el aire
la noche luce más turbia,
el día no tan naranja,
aún viaja por las nubes
lo último que decías,
la mente suena
cuando rompo el silencio
diciendo que nos pasaron por encima
tres abrazos, dos besos y un adiós.


Estoy acompañado por tu recuerdo,
mas con amnesia elijo coser la herida
de un gesto de cinco dedos,
una palma y tu huella...

Cargo con amor
los cartuchos de este episodio.
Pólvora de tu estela.
El gatillo lo aprieta la vida...
Martillo impredecible es la mía,
la vida es versátil ojo de fuego,
todos estamos
en la mira de algún adiós.

Foto de mi autoría tomada con una Nikon D5200 | Lente 55-300mm Iso: 100 | F/ 5.6 | 1/500 Edición Adobe Lightroom