*Confeccionar
“Todo joven tiene derecho a llevar al altar del matrimonio a una jovencita virgen, llena de virtudes delicadas; esa mujer también merece un hombre tierno de edad, viril, puro de corazón, educado en moderación y responsabilidad” ₁
¡Saludos amigos de historias y caminos!
Negociar, comerciar como trata de blancas, la virginidad, la inocencia, fue y quizás siga siendo una costumbre en algunas culturas. El presente relato lo escuche de una de mis abuelas, a ella le encantaba sumergirse, retroceder en el tiempo. En una de las visitas que a bien recibía, le invitaron a una boda de jóvenes; y como era espontánea al hablar se le salió: ¿pero ambos son vírgenes?

Luego, de un breve silencio, nos dejó la historia...
…Una niña -que conocí- se encontró una aguja un poco oxidada, ¡oh, exclamó! escuché a mamá sollozar por una de estas, quizás esta fue la que perdió. Corrió para terminar con la angustia de su mamá -Madre, le dijo-, he encontrado la aguja que tanto has buscado. Cariño, -respondió la mujer- esa no es la que me trae afanosa, es otra especial; siéntate y te cuento de que se trata mi angustia.
Aquella jovencita llena de curiosidad, dijo: -soy toda oídos madre-
Como bien sabes he sido enfermera por muchos años, y secretamente ayudo a ciertas mujeres a recuperar su “dignidad”. Escucha y no me interrumpas, porque lo que te voy a relatar lo debes de cuidar como tesoro sagrado, solo para ti. Ya tienes 14 años y el periodo mensual de las mujeres; por tanto, debes de saber lo siguiente:
Todo comenzó semanas atrás de la boda con tu padre, nosotros secretamente ya habíamos unido nuestros cuerpos y vidas. Una tarde de primavera debido a las altas fiestas en el pueblo me dejaron sola para cuidar de la hacienda familiar, debía dar maíz a las gallinas ponedoras y ordeñar por segunda vez a las vacas que recién habían tenido crías. Secretamente con tu papá nos habíamos puesto de acuerdo para acompañarnos. Rápido él ingreso al establo y se escondió para quedar dentro de las puertas que mis padres dejaron con candados. Todo nos salió bien aquella primera vez, entre ambos hicimos los oficios de manera rápida; luego purificamos nuestros cuerpos en agua tibia con hierbas aromáticas; y unimos nuestros cuerpos en uno solo₂.

Te preguntarás la razón de esa locura a mis 16 años. Resulta que tu padre escucho decir que a Julieth la hija de los vecinos la iban a casar para la semana de pascua. Él vino a mí llorando esa tarde que yo regresaba de la escuela. Él me acompañaba un tramo del camino, hasta el último monte que desciende a la hacienda. Desde que me llegó el periodo de las mujeres acepte ser su novia, pasaron tres años de alegrías cada vez que en secreto 5 minutos le robábamos a la cuidadosa guardia que mis padres me tenían. Luego de llorar, nos juramos entregar nuestra virginidad y pureza el uno al otro₃; cuando se presentará la ocasión; y ese día llegó como ayuda silenciosa de los cielos.
Una mañana de sábado, mi padre dijo: Julieth no irá al pueblo, no sea que se enamore de algún joven ajeno a nuestras conveniencias. Esa tarde, luego de entregarnos con tu padre mi sexo sangró mucho, nos asustamos; me puse un trapo de los que nos poníamos en aquel entonces; pero mamá se dio cuenta, pues una gota bajo por mi pierna y yo no la vi.
Julieth -me dijo seria y con algo de sospecha- ¿qué te ha pasado? ¿Por qué manchas?
Sin pensarlo respondí: Madre, mientras ordeñaba empezó a escurrir, aunque para mí falta un cambio de luna;
… cuídate, - dijo un tanto inconforme- mañana no ordeñaras…

Esa misma noche, papá luego de cenar, a sus seis hijos declaró: Para la próxima pascua Julieth se unirá en matrimonio con el hijo mayor de los dueños de la hacienda el pastizal.
-Entonces lloré, lloré y lloré, no de dolor, de alegría, ese hijo mayor es tu padre. Inició entonces una gran incertidumbre, mamá esa misma noche me arrinconó en su habitación. Julieth -dijo fijamente a mis ojos- Fermín quién será tu esposo, debe dar a sus padres y, a nosotros un trapo de algodón blanco manchado, señal de tu virginidad. ₃ Con esa constancia se asociarán las dos haciendas en negocios y producción, nosotros seremos los más beneficiados.
Como regalo de los cielos el día anterior a la boda me llegó el ciclo de las mujeres. La boda o ceremonia era una cena entre las dos familias y la entrega formal de los hijos, en nuestro caso: tu madre fue entregada a tu padre con la promesa o juramento de mi parte, de ser una sola con él y ayudar en los negocios de las dos familias. Con tu padre fingimos tener relaciones íntimas aquella noche. Mi madre se desentendió de mí por estar con los preparativos para la cena; y así logré ocultar mi periodo y mostrar el blanco trapo con la sangre de mi virginidad.

¡Ohhmm, bonita y exclusiva historia mamá! Pero, ¿qué tiene que ver eso con la aguja?
Paciencia querida, sigo explicándote con mi historia personal. Luego de nuestra boda, pasaron unos 2 años, las familias decidieron comprar una casagrande en el pueblo, para diversificar los negocios y en ella establecer una distribuidora de productos agrícolas, medicinas y comida para los animales. Nosotros con Papá fuimos los responsables de ese negocio. Ya viviendo en el pueblo tú padre estuvo de acuerdo que me educara en enfermería, siempre quise certificarme y servir a los enfermos. Luego de estar ejerciendo en el hospital del pueblo hicimos una amistad de maravilla con la doctora Cecil, tu madrina, como sabes es especialista veterana en ginecología.
Una mañana que yo estaba de descanso del hospital, me pidió que fuera a su consulta privada. Y allí me involucro, me enseñó a suturar o hacer una cirugía especial a las mujeres casaderas que ya habían tenido relaciones íntimas con otro hombre en lo secreto; conocida como himenoplastia -es reconstruir una telilla que a veces hace presencia en la vagina con puntadas de aguja muy sutiles- los padres de muchas niñas, negocian su virginidad por conveniencias monetarias o sociales.
Si una joven no mancha la noche de bodas, se daña la negociación y esa niña puede ser maltratada hasta la muerte por deshonrar la familia, o si rueda con mejor suerte es desterrada de su hogar. Este trabajito como dice Cecil, es súper secreto, por lo general lo sabemos pocas mujeres. La aguja especial que aún no tengo es la virguera, para esa reconstrucción.

Madre quieres decir, ¿que de esa sutura puede depender la vida de una mujer?
Sí, y el bienestar de las familias involucradas. Es extraña esa doble moral; con la doctora nos decimos: “Querida hay que *confeccionar otra virginidad para mantener la paz”
Cariño, como tú eres buena lectora y anhelas ser escritora, comprenderás estas líneas en las que William Shakespeare invita a la rebelión: “Así pues viviré, creceré y moriré, mi Señor, antes de entregar mi virginidad a un dueño de cuyo yugo aborrecido no quiere mi alma ser esclava”
En nuestros tiempos y aún hoy día, en algunas culturas, las jóvenes no pueden revelarse, ya sea por miedo o por respeto a sus padres.
En cuanto a la aguja perdida, se acabó mi angustia; Cecil ya me envió una mensajería con otra más delgada y fina.
Nuestra voluntad con papá para ti y tú hermana menor: nos agradará saber que se conservarán puras para el compañero de vida que ustedes elijan. Jamás las negociaremos y menos permitiremos prueba de virginidad.

**Notas:
-1- Virgen, Viril: En el relato bíblico de Génesis 2;24, se establece que los jóvenes dejen el hogar que los crío e inicien uno nuevo. El concepto de unirse es en la tierna edad, la voluntad de la creación es que sea por siempre, entonces se convierten en un solo ser. Los comentaristas y sabios deducen que la joven sea virgen y pura, bien adiestrada en las labores domésticas para llevar con decoro su nuevo hogar. Y el jovencito también deberá ser puro en cuanto a relaciones sexuales; fuerte para el trabajo, educado en moderación y responsable, pues es la cabeza de esa nueva unidad.
-2- El baño de purificación es poco comprendido en algunas culturas; en las costumbres hebreas le llaman sumergirse en la Mikve. Son las mujeres quienes más lo hacen luego de su periodo mensual y también cuando van a tener intimidad con el esposo.
-3- En algunas culturas, la pureza -la virginidad- de las jóvenes es muy importante como carta de presentación y de negociación. En los valores humanos también se le ha dado realce por ser un valor único de inocencia como tesoro intangible.
-4- Esa intervención quirúrgica -himenoplastia- se hizo con una aguja especial llamada Virguera; se tejían puntadas con mucho cuidado en el himen, cerrando un poco la vagina. La intención era provocar sangrado fuerte cuando vuelva a ser penetrada por el miembro de un hombre. En la actualidad esa práctica es una catedra profesional, sofisticada como valor estético, una gran industria.
- Estas líneas son responsabilidad de Fernando Tellez;
agradezco la atención dedicada;
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